Qué fácil sería mirar por encima del hombro a 'Ballerina'.
El encantador entusiasmo de su protagonista Felicia, la graciosa torpeza de su amigo Víctor, el subrayado de su gusto por el baile, la serena seguridad de los mentores, la fealdad obvia de los villanos... parecen todos esos lugares típicos que siempre se visitan cuando se habla de animación.
Pero quiero pensar que la película es consciente de ello, y se guarda su verdadera cara para descubrirla poco después de la enésima persecución frenética.
La Gran Ópera de París refulgiendo en dorado y mármol, templo de los sueños y las esperanzas.
Una muchacha pelirroja entrando en sus misterios nocturnos, aprendiendo por primera vez que lo que a ella le gusta es grandioso y podría decirse que infinito.
Y una bailarina en la penumbra del escenario, saltando con gracia a la inmortalidad en los ojos de esa huérfana.
'Ballerina' habla de la pasión por el baile, y está tan enamorada de lo que cuenta que consigue transmitírtela en toda su extensión.