Es cierto, M. Night Shyamalan no tiene una buena época.
La casi extraordinaria ristra de fracasos que ha
coleccionado los últimos años se podría justificar de alguna manera si
habláramos del típico director mercenario que acierta de casualidad, pero no
del menos extraordinario narrador de 'El Sexto Sentido' o 'El Protegido'.
Así, con inteligencia, Shyamalan se va al extremo opuesto,
el casi videoblog. Y si bien es cierto que es una decisión que condiciona la
historia, no es menos cierto que funciona cual tiro.
En 'The Visit' rápidamente la 'cámara encontrada' se queda
atrás, y lo que se cuenta es lo principal. Pero, y ahí radica su ventaja, la
forma de rodar más de una vez alimenta lo que se cuenta.
Nos encontramos en la casa de unos amables ancianos, llena
de calidez y acogedora, pero al caer la noche suceden cosas, y los niños
visitantes no dejan de grabar, consiguiendo alguna aterradora imagen.
Aterradora, por lo que es y por lo que encierra, pero también por lo que significa:
en un entorno seguro, probablemente el más seguro, no están a salvo.
Y no saben lo que está pasando.
Probablemente el único elemento importante para dar terror,
la sensación de desconcierto, de que algo no acaba de encajar. Shyamalan
desarolla esto gradualmente, y hace honores a los cuentos europeos, quizá: la
amabilidad en apariencia, el lugar aislado, el secreto por descubrir... Hansel
y Gretel no están demasiado lejos.
Incluso, se permite el lujo de jugar con el terror macabro,
vertiente humor, algo bastante arriesgado.
En todo momento da la sensación de que los misterios que
suceden son obra de una broma que se fue de las manos, de esas de sonrisa
congelada.
Se juega con la extrañeza como algo cómico, que a lo largo
de los días va derivando en algo siniestro. Del "mis queridos
abuelos" a "los chalados de mis abuelos".
Puede que Shyamalan necesitara irse a lo más sencillo para
conseguir lo más complicado: una historia que atrape y a la vez sea
indistinguiblemente suya, otra de las de "en el mismo salón de tu casa
pasan cosas raras".
Solo que esta vez se ha decidido por los abuelos y los
niños, los más desamparados, dicen. Y ha demostrado que de desamparados poco.
Nota: 7/10
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