'Prisioneros' se abre con uno de los inicios más potentes, y la vez más elocuentes, en años.
Un hombre, Keller Dover, pronuncia un padrenuestro en un paisaje nevado, mientras acecha con su hijo un ciervo al que acaba disparando. Solo el espectador es consciente de la paradoja: de igual manera que Dios nos libra de la tentación, del mal, nos da nuestro pan de cada día... no protegió a ese ciervo de la muerte. ¿Era menos ser vivo que nosotros?
Un hombre, Keller Dover, pronuncia un padrenuestro en un paisaje nevado, mientras acecha con su hijo un ciervo al que acaba disparando. Solo el espectador es consciente de la paradoja: de igual manera que Dios nos libra de la tentación, del mal, nos da nuestro pan de cada día... no protegió a ese ciervo de la muerte. ¿Era menos ser vivo que nosotros?
Es solo uno de los pequeños apuntes sobre nuestra perversidad que establece la historia, estructurada alrededor de una desaparición y las consecuencias que va acarreando en su entorno.
No nos damos cuenta, pero la desconfianza, el odio, se van instalando en las vidas de los antiguamente apacibles habitantes de un pequeño pueblo rural de Norteamérica (esas sociedades cerradas, que guardan más secretos de los que dejan ver...).
No nos damos cuenta, pero la desconfianza, el odio, se van instalando en las vidas de los antiguamente apacibles habitantes de un pequeño pueblo rural de Norteamérica (esas sociedades cerradas, que guardan más secretos de los que dejan ver...).