De repente, el
último día.
Eso podría pensar Niko, el particular protagonista de esas veinticuatro horas, en su deambular por este Berlín blanquinegro a la busca de un simple café.
El último día para reencontrarse, para descubrirse, para reírse, para enamorarse, para avergonzarse... bocados de una juventud que con la madurez sin querer se escapan.
Eso podría pensar Niko, el particular protagonista de esas veinticuatro horas, en su deambular por este Berlín blanquinegro a la busca de un simple café.
El último día para reencontrarse, para descubrirse, para reírse, para enamorarse, para avergonzarse... bocados de una juventud que con la madurez sin querer se escapan.
Niko Fischer es uno de esos jóvenes que, como toda una generación,
todavía no ha encontrado la respuesta.
En un mundo de conformismos, de ruinas ya contrachapadas de conflictos pasados, de soluciones por doquier... ¿qué clase de ambición puede seguir un joven, un recién llegado al mundo? Hay un entorno que no exige una respuesta, y nosotros como pensamos darla igualmente solo podemos mirar lo que hay que ofrecer dentro de nosotros. Y para ofrecer, más bien poco.
En un mundo de conformismos, de ruinas ya contrachapadas de conflictos pasados, de soluciones por doquier... ¿qué clase de ambición puede seguir un joven, un recién llegado al mundo? Hay un entorno que no exige una respuesta, y nosotros como pensamos darla igualmente solo podemos mirar lo que hay que ofrecer dentro de nosotros. Y para ofrecer, más bien poco.