Existe en '12 Años
de Esclavitud' una crueldad espiritual que atenta contra nuestra propia moral
actual.
Hemos sido criados en una sociedad de héroes que, cuando son golpeados, golpean diez veces más fuerte física o emocionalmente.
Por ello, no es de extrañar que la actitud que muestre Steve Mcqueen aquí sea la de mero narrador, más que esteta, y decida dar voz propia a algo tan ajeno socialmente, y a la vez tan cercano íntimamente, como la vergüenza, la sumisión o el callarse cuando toque.
Hemos sido criados en una sociedad de héroes que, cuando son golpeados, golpean diez veces más fuerte física o emocionalmente.
Por ello, no es de extrañar que la actitud que muestre Steve Mcqueen aquí sea la de mero narrador, más que esteta, y decida dar voz propia a algo tan ajeno socialmente, y a la vez tan cercano íntimamente, como la vergüenza, la sumisión o el callarse cuando toque.
Solomon Northup no es un héroe, ni siquiera es un reconocido miembro de
su sociedad. Solo alguien querido y que quiere, el hombre normal que guarda el
pan para mañana y la sonrisa para hoy.
Mcqueen decide centrar su incisiva mirada en él, porque sabe que podemos verle a nuestro lado, hablando amigablemente con nosotros, saludándonos felizmente por la calle. No lo veo tanto como una herramienta de lágrima (oh, pobre él, que no se lo merecía) sino como una técnica de acercamiento: con su vida hogareña y relativamente acomodada, la calidez de Northup salva la distancia histórica de siglos que podrían convertir esto en una impresión semi-olvidada de otros tiempos.
Mcqueen decide centrar su incisiva mirada en él, porque sabe que podemos verle a nuestro lado, hablando amigablemente con nosotros, saludándonos felizmente por la calle. No lo veo tanto como una herramienta de lágrima (oh, pobre él, que no se lo merecía) sino como una técnica de acercamiento: con su vida hogareña y relativamente acomodada, la calidez de Northup salva la distancia histórica de siglos que podrían convertir esto en una impresión semi-olvidada de otros tiempos.