lunes, 14 de septiembre de 2015

La Visita (2015), de M. Night Shyamalan


Es cierto, M. Night Shyamalan no tiene una buena época.

La casi extraordinaria ristra de fracasos que ha coleccionado los últimos años se podría justificar de alguna manera si habláramos del típico director mercenario que acierta de casualidad, pero no del menos extraordinario narrador de 'El Sexto Sentido' o 'El Protegido'.


Así, con inteligencia, Shyamalan se va al extremo opuesto, el casi videoblog. Y si bien es cierto que es una decisión que condiciona la historia, no es menos cierto que funciona cual tiro.

En 'The Visit' rápidamente la 'cámara encontrada' se queda atrás, y lo que se cuenta es lo principal. Pero, y ahí radica su ventaja, la forma de rodar más de una vez alimenta lo que se cuenta.

Nos encontramos en la casa de unos amables ancianos, llena de calidez y acogedora, pero al caer la noche suceden cosas, y los niños visitantes no dejan de grabar, consiguiendo alguna aterradora imagen. Aterradora, por lo que es y por lo que encierra, pero también por lo que significa: en un entorno seguro, probablemente el más seguro, no están a salvo.


Y no saben lo que está pasando.

Probablemente el único elemento importante para dar terror, la sensación de desconcierto, de que algo no acaba de encajar. Shyamalan desarolla esto gradualmente, y hace honores a los cuentos europeos, quizá: la amabilidad en apariencia, el lugar aislado, el secreto por descubrir... Hansel y Gretel no están demasiado lejos.

Incluso, se permite el lujo de jugar con el terror macabro, vertiente humor, algo bastante arriesgado.
En todo momento da la sensación de que los misterios que suceden son obra de una broma que se fue de las manos, de esas de sonrisa congelada.

Se juega con la extrañeza como algo cómico, que a lo largo de los días va derivando en algo siniestro. Del "mis queridos abuelos" a "los chalados de mis abuelos".


Puede que Shyamalan necesitara irse a lo más sencillo para conseguir lo más complicado: una historia que atrape y a la vez sea indistinguiblemente suya, otra de las de "en el mismo salón de tu casa pasan cosas raras".

Solo que esta vez se ha decidido por los abuelos y los niños, los más desamparados, dicen. Y ha demostrado que de desamparados poco.

Nota: 7/10

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