viernes, 21 de junio de 2013

Guerra Mundial Z (2013), de Marc Forster


'Guerra Mundial Z' es una película a medio cocer. 

Desde el principio, apuesta por una estructura de no parar, de constante tensión en que el protagonista es perseguido y cada vez encara situaciones más desesperadas contra los muertos vivientes que se han convertido en pandemia global. 

En ese contexto la idea de fondo, de un planeta dominado por seres ultrarápidos y bestias que no se detienen ante nada, podría haber dado un juego tremendo como lo hace en la novela de Max Brooks, y sin embargo aquí no se acaba de explorar del todo por, digo yo, miedo a que la película sea algo más oscuro respecto a la naturaleza humana.

Está bien construida la historia, pues evitan perder el tiempo con a la larga inútiles subrayados del entorno familiar del protagonista y entran en materia bien desde el principio. Los créditos iniciales son un alarde de sutileza, dejando claro que el devorarse unos a otros ya formaba parte de nuestra identidad global antes de nada. 

Pero... nada demasiado terrible le puede suceder a Brad Pitt, y siempre encuentra un aliado por el camino, y ahí está el verdadero problema: esta historia necesitaba un contexto más cabrón, menos amable. Que os están persiguiendo unos semi-humanoides hiperactivos, basta de arrimar el hombro al de al lado y sálvese quien pueda.



Sin embargo, hay pullitas aquí y allí de como hemos llegado a un punto en el sistema de que estas cosas nos superarían por ser nosotros, como especie, no porque los zombies sean una amenaza incontrolable.

Algún diálogo dando cuenta de hasta qué cosas podemos llegar por controlar la epidemia (brutal lo que dicen de Corea, y poco difícil de imaginar), detalles de como personas grabando todo sin importarles el huir.... hasta el mejor momento de la película visto en todos los trailers surge de un poco obvio puñetazo a la estupidez religiosa. Pero luego aparta la cámara cuando un hombre quiere violar a una mujer por pura desesperación porque esto es una película de Brad Pitt.

Lo llamaría oportunidad desperdiciada, porque ninguno de estos momentos llega a suponer una clara dificultad o un intento de elaborar cierto "discurso".


Con todo, la película evita repetirse: sensación de urgencia en cada escaramuza, y de que las cosas se hacen más cuesta arriba. Los zombies son testados como amenaza en cualquier situación, y siempre llevan las de ganar, lo que ayuda a temerlos y a considerarlos imparables (el 3D tampoco se queda atrás en sustos). 

Cuando la película corre peligro de estancarse, se reinventa el movimiento de los zombies para dar lugar a otra persecución más elaborada, igual de tensa y menos multitudinaria. Marc Forster, director, decía que, como las películas de zombies siempre han resultado hijas de su tiempo, quería llamar la atención con temas como la superpoblación o la escasez de recursos. Bien, ninguno de esos problemas están debidamente desarrollados.

Y el único responsable, creo, es el protagonista Gerry Lane: una única visión del mundo no sirve para dar un cuadro completo (pese a la omnipresencia que se le da a su puesto en la ONU). Vemos problemas circunstanciales suyos, pero no sabemos qué es lo que pasa en Japón, Rusia o África. ¿De veras a nadie se le ocurrió plantear esta película como historias relacionadas entre diferentes personajes? (y lo bien que habría quedado...)


Este problema último es el que acaba definiendo el verdadero significado de la película: esboza temas de actualidad, nos pone a prueba como especie contra una fuerza imparable y tiene el suficiente buen gusto como para no hacer que sea aburrido.

Pero al final es una película de Brad Pitt con 300 kilos de presupuesto, por lo que mejor dejar a un lado pantanosos dilemas éticos derivados de la situación y solo huir de los zombies.

Nota: 6 / 10

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