lunes, 24 de junio de 2013

Vamps (2012), de Amy Heckerling


Es curioso lo que puede dar de sí el género vampírico, y lo poco que se aprovecha. 
Lo primero que sorprende de 'Vamps' es su apuesta divertida, desprejuiciada y hasta juguetona de este tema: los vampiros van a terapias en grupo y tienen problemas mundanos, tienen que ver con el amor, sí, pero no más de lo que le pasaría a cualquier hijo de vecino. 
Ni tan atormentados, ni tan liberales, el punto intermedio cotidiano.



Que no os engañen los posters cutres emulando a una mala película de chicas, porque si a algo se parece esta película es a una pequeña 'sitcom' entre dos chicas vampiras que tratan de poner sus compromisos en orden y aprender a vivir en el mundo que les ha tocado. 
Fantástico el contraste entre ambas, una chica bien del milenio pasado y una moderna urbanita del S. XXI. Alicia Silverstone, recuperada para la causa, se hace sin problemas con el papel de chica más dulce que el algodón de azúcar, preguntándose por qué hemos involucionado tanto y por qué hablamos con móviles, mientras que el descubrimiento Krysten Ritter trata de integrarla en el mundo que ella ya estaba acostumbrada a vivir.


No hay apenas tiempos muertos, y todo lo que pasa, pasa por una razón o bien para virar la trama hacia una nueva dirección, aparte de que las dos desprenden un carisma salvaje, por lo que no hay tiempo de aburrirse. 
Y lo que parece una sucesión de gracias con la "cotidianeidad" del vampiro acaban tomando un cariz algo más grave poco a poco, sin pausa pero sin amontonar. Las reflexiones sobre el tiempo que nos han dado, sobre como compartirlo o cómo seguir siendo nosotros si abusamos de él están ahí, pero sin perder la sonrisa.
Goody, la vampira protagonista, es una mujer que anhela la simpleza de una vida anterior, donde todo parecía ser más puro y menos envasado al vacío que ahora. Su vampirismo, como ella misma dice, no es dramático, pero se ve que sí, porque ha acabado siendo su cárcel contra cualquier otro tipo de afecto. 
Mejor malo conocido que bueno por conocer, pero lo más sorprendente es que 'Vamps' celebra esa rotura de cadenas, de lo que nos gusta hasta el momento, y apuesta por la libertad de tratar de ser quien eres (eso sí, no deja fuera que hay sacrificios, y olé por ello).


Es como si la directora Amy Heckerling, valiéndose de dos enormes aliados como Sigourney Weaver y Malcolm McDowell, haya decidido volver a esas películas cutres de los 50 con vampiras lúbricas y sensuales, para demostrarnos que en el fondo son personas como todos. 
Puede argumentarse que flirtea con el ridículo en ciertos momentos, y muchos de los efectos especiales son, directamente, costrosos, ¿pero no lo eran también aquellas películas?
Una agradable sorpresa. 
Película única, original y sorprendente que se ha hecho esas preguntas que no se solían hacer. Por el camino ha encontrado grandes hallazgos, y tampoco ha huido de la realidad. 
Esa realidad que casi siempre puede compartir experiencias con la ficción.

Nota: 7 / 10

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