martes, 3 de marzo de 2015

Oculus (2014), de Mike Flanagan


La levedad de lo imaginado.
Es curioso que, hasta ahora, el género de terror no haya visto el inmenso potencial de semejante concepto: no lo que se ausenta o lo que no debería estar, si no lo que no sabemos si se ha llegado a ir, y el no saber si realmente hay algo que no debería estar.
'Oculus' hace de la duda su fortaleza, y es doble el juego porque tú también formas parte de él, no sabes si lo que te están contando debe hacerte temer o solo auto-convencerte de que no es nada.
Kaylie y Tim son dos hermanos cuya vida quedó truncada por un espejo. 
Una superficie pálida que no reflejaba la realidad, sino que la deformaba, cuyas reglas más tarde descubrió Kaylie que se podían seguir y prevenir, pero ni eso asegura una victoria. Contra una realidad que traiciona, ¿dónde está la salida?


El juego entre pasado y presente a través de transiciones continuas es aún más impresionante porque el espejo te hace dudar a ti también, de manera que todo lo que se ve traiciona.
¿Está realmente ocurriendo lo que sueña Kaylie o solo es su imaginación? ¿Realmente Tim ha dejado su pasado enterrado o las cicatrices se están abriendo? ¿Están huyendo o solo se están acercando?

Que la amenaza quede velada y nunca se manifieste realmente, permaneciendo como una fuerza que va impregnando primero lugar y después mente es otro de los grandes aciertos de esta propuesta.
Poco a poco, se va enrareciendo la casa, los recuerdos afloran, y los terroríficos fantasmas son capaces de salir a la luz.


'Oculus' hunde sus raíces en un miedo primordial, pero sumamente efectivo.
El miedo a traicionarnos a nosotros mismos.

Nota: 7/10

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