lunes, 22 de agosto de 2016

Summer Camp (2015), de Alberto Marini


El género de terror está encorsetado hasta límites ridículos.
A poco que no se tenga una idea medio original, o un planteamiento potente, son pocas las opciones de llegar al final de la partida manteniendo la dignidad de la historia.
Todo está atado a unas señas de identidad invariables, a unos códigos que se repiten en eterno bucle, porque sabemos que el asesino va a aparecer justo allí y va a hacer justo eso para que el protagonista solo pueda escaparse por ahí, acabando en las garras de eso otro.

'Summer Camp' es violenta rebeldía contra ese esquema.
No conviene tirar cohetes, pero en un panorama que se fuerza lo mínimo posible a analizar sus métodos para tratar de mejorarlos o subvertirlos, es casi un milagro que una película sepa lo siguiente: que su punto de partida es limitado, y que todas las trampas del tópico están en su camino, dispuestas a restarle diversión.
Así las cosas, la velocidad es esencial: pronto los misterios del campamento toman forma, violenta y repulsiva, mientras el espectador se suma al viaje sin vuelta atrás.


No conviene revelar mucho, pero basta saber una cosa: cuando debe entretenerte, entretiene; cuando debe inquietarte, inquieta; y cuando conviene no tomarse muy en serio te vas a reír con la clase de risa nerviosa de alguien que está expectante.
Cuatro monitores se ven forzados a sobrevivir una noche antes del inicio de la temporada veraniega, y por supuesto va a ser una noche larga, donde la incomprensión ante lo que está pasando, las prisas y los intereses particulares de cada monitor les van a jugar algunas malas pasadas.
Conviene mencionar la enorme inteligencia por parte de su director que demuestra las características de la amenaza: nunca es del todo claro cuándo aparecerá, mucho menos cuándo se irá, cosa que la convierte en un suplicio a los nervios. Querríamos saber a qué nos enfrentamos. Pero al negarnos ese saber, la historia nos puede llevar por donde quiera, con sus propias reglas.


Es decir, 'Summer Camp' elimina al "espectador listillo" y le obliga a bajarse de la parra, siendo uno más, otra víctima de una historia de terror que sabe jugar muy bien sus limitadas cartas. Y lo que es mejor, la visceralidad de sus situaciones juega a su favor: sus personajes pasarán a importarnos, ni que sea porque les hemos visto llegar más lejos de lo que pensábamos.
Es el mejor piropo que se puede hacer a una película que se toma la molestia de sorprenderte, sin tener tampoco que guiñarle el ojo al aficionado.

Nota: 7/10

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