miércoles, 4 de septiembre de 2013

Mud (2012), de Jeff Nichols


'Mud' tiene sabor al último verano de tu infancia. 
Aquel en que descubriste que ni todas las personas son buenas, no todas las causas son justas y ni mucho menos el amor cambia a nadie.
Todas esas emociones, encapsuladas en un pequeño pueblo de Norteamérica, donde las tardes huelen a aventura y encontrar cualquier rareza en el bosque se convierte en el descubrimiento de la semana. Donde hay una ligera posibilidad de "no crecer" mientras nos aguante la inocencia, eso que dura tan poco y cada vez menos tiempo.
Dos chicos, Ellis y Neckbone, encuentran un barco en la copa de un árbol, dejando así espacio para la fantasía mientras dure. Allí conocerán al carismático Mud, un vividor que espera pacientemente el momento de reunirse con su amor verdadero, Juniper. 
Como los antiguos caballeros, Mud carece de armadura, pero tiene su camisa de ojo de lobo y sus botas de tacón de cruz. Carece de medios, pero le sobra valentía. Y como los antiguos caballeros, espera el momento de rescatar a su amada del dragón. La conexión con el joven Ellis es inevitable: decidido a creer en una cruzada más grande que él mismo, ayudará a Mud para creer que el amor verdadero puede tener un lugar en su mundo.

A su alrededor, en su primera madurez, ve que la gente no es feliz. Con sus padres y el tío de Neckbone se da cuenta de que el amor casi siempre se rompe, no importan los motivos iniciales. Por eso ayuda a Mud, necesita una esperanza soñadora en un mundo descreído y cínico.
Ellis todavía no promete con reservas, tampoco dice en vano. La película captura ese maravilloso momento en que tú todavía puedes cambiar el mundo, a pesar de que los mayores te dicen que es imposible. El momento en que crees ciegamente que un sueño puede ser realidad.

Todo eso se refleja en su conversación con Tom, un viejo afincado en el río con una curiosa relación con Mud. Él piensa que es un buen hombre, pero a la vez que es un imbécil. ¿Cómo se puede considerar a alguien de las dos formas? 
No entra ese concepto en la naturaleza de Ellis, pues todavía no ha experimentado la desesperanza, la traición, ni tiene años para que algo le haya dolido de verdad. Pero en su interior, sabe que algo de eso es cierto, y por eso huye sin aceptar ninguna verdad.
Ese sentimiento de no querer ver la dura realidad adulta también forma parte de la infancia, pues cómo va a ser verdad que se pueden dedicar años a ser miserable. 
Ellis no comprende que algo se pueda ir de las manos, de nuevo, por edad y por emociones. Nuestra visión del mundo de 'Mud' está bajo su punto de vista, redescubriendo de nuevo la confusión de aquellos años.


Lo que comienza como un juego excitante se revela un verdadero problema. Lo que surge con emoción acaba siendo nostalgia y sueños rotos. Los ideales se corrompen, y duele más que el no haberlos conseguido. 
'Mud' se amolda a los tópicos del género durante gran parte de su metraje para darles la vuelta en su segunda mitad. Lo que hemos visto en la primera parte eran idealizaciones que Hollywood nos ha metido en la cabeza, lo que llega en la segunda es realidad. 
Ruda y poco emocionante, pero escondiendo un mensaje humanista a prueba de bombas: Ellis es una buena persona, y a la larga eso es lo único que importa. Mud no lo es, pero se redime sabiendo que hay causas que merece la pena batallar y arriesgar. Solo cuando perder algo te importa de verdad (y probablemente sea algo a lo que no das mucha importancia el día a día) sabes quién eres.


Queda una mirada nostálgica a ese último verano. A sus sueños desaparecidos, a sus cambios inevitables, pero también a sus momentos callados y sinceros. 
En el verano que perdimos nuestra inocencia nos dimos cuenta de que el mundo alberga basura, demasiada. Pero que entre la basura que deja filtrar el río existen las cosas que tienen valor y las que no. De nosotros, de nuestra próxima vida adulta, depende el diferenciarlas.

Nota: 9 / 10

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