jueves, 19 de febrero de 2015

El Libro de la Vida (2014), de Jorge R. Gutiérrez


Única.
Verdaderamente única.

Una auténtica celebración de México, del valor, de la amistad y de los buenos sentimientos, pero sobre todo de la vida.
Vida que Manolo celebra con canciones (y qué canciones), vida por la que lucha Joaquín, vida la que María da a esos dos, vida por la que apuestan la Katrina y Xibalba, los mitos mexicanos.

Más allá de lo tópico que puede ser señalar que la historia es tópica (redundancia), solo hay que hacer caso a esas pedazo de canciones y todos los detalles que dejan ver algo grande.
Que el héroe sea antitaurino, que el vértice malo del triangulo amoroso no sea un cretino y que la chica no se deje conquistar con una bonita canción y nada más. Rompiendo y rasgando en cada atisbo de carácter de estos personajes.

Pero es que sobre todo 'El Libro de la Vida' toca sin despeinarse palos tan complejos como la búsqueda de identidad a contracorriente y hasta donde está dispuesto a llegar uno para proteger lo que quiere (incluso más allá de la muerte).
Establece que la vida es preciada, sí, pero que se compone sobre todo de amor, de asunción de errores y de la valentía para ser uno mismo aun cuando la situación sea contraria.




Sería también injusto no decir que es en ese exquisito y detallista diseño de personajes y escenarios donde la historia crece hasta convertirse en un maravilloso cuento que nos estuviera contando la mismísima Katrina (un punto pelín flojo: la introducción e interrupciones derivadas podrían habérselas ahorrado).
No se ha visto nada igual en animación, y me temo que no volverá a verse hasta mucho tiempo, pero permanecerá como glorioso ejemplo de hasta donde se puede llegar si se cuenta con imaginación.



Qué genial paradoja, la que nos cuenta este Día de los Muertos particular.
La de celebrar la Vida, de todas las maneras que seamos posibles.

Nota: 9/10

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