lunes, 16 de febrero de 2015

Predestination (2014), de Michael Spierig y Peter Spierig


¿Fue antes el huevo o la gallina?

Ya desde el principio, el viajero en el tiempo nos explica el dilema primordial, el cómo saber si se existe por elección o por puro azar. La acción contra la reacción. El hacer contra el dejar.
Si hay algo que el viajero en el tiempo no para de hacer es, precisamente, hacer. La corriente temporal es demasiado caprichosa como para dejarla ir por libre.


Una nota de hospital lee "ligera psicosis".
Puede que haya algo de eso en la vida de este hombre, perfeccionista, planificador, paciente... y en última instancia, solitario. Un hombre contenido en si mismo, una isla, no un héroe.


Su obsesión (o podríamos decir su ligera psicosis) viene de controlar esos cauces de tiempo, de lograr la combinación perfecta de eventos para lograr que el futuro no suceda, que el atentado que persigue no sea más que un mal recuerdo (suyo).
No se puede controlar el tiempo, así que es su particular cruz es tener que dejarse la vida intentándolo, quien sabe para si, al final, pueda tener su oportunidad con el hombre que nunca dejará de perseguir.


Una lúcida reflexión sobre los hilos que nos atan, la providencia de nuestros actos y el camino que seguimos, todo por el viajero en el tiempo.
"Todos nosotros zombies...", reflexiona, casi exclama de rabia, a todos los que no sabemos dónde venimos, a dónde vamos, que propósito tenemos. Él lo tiene y siempre lo tendrá, en cierto modo.

¿Hay mejor manera de vivir, que sabiendo en todo momento quién eres?

Nota: 7/10

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