miércoles, 17 de julio de 2013

Maniac (2012), de Franc Khalfoun


No tanto una película, como un punto de vista. 

Franck Khalfoun nos lleva a los ojos de un psicópata en esta historia, carente de juicios y de valores. En ningún momento se valora al personaje principal o lo que hace, porque no hay lugar, somos él, hacemos lo que él, vivimos como él.


El tipo en cuestión es Frank, propietario de una tienda de maniquíes en uno de los barrios bajos de Manhattan.
 
Es curioso como, desde el principio, se opta por presentar su relación son la sociedad: para él, son meras cucarachas humanas que merecen poco respeto, ya sea por su superficialidad o por su capacidad para engañar en su propio beneficio.
 
Él es diferente, no engaña, solo actúa, su causa es probablemente el último aliento de belleza en su solitaria vida.
Si le queda un sentimiento, ese es probablemente el gusto por la belleza.
 
Vemos como acosa a mujeres hermosas, sin necesariamente precipitarse, pero recreándose en su dimensión de 'voyeur'. Resulta a la vez repugnante pero fascinante en sus ojos.

Consciente de la imposibilidad de capturar esa belleza, en su tienda llena maniquíes guarda las cabelleras de sus víctimas, la única parte de nuestro cuerpo que no se deteriora tras la muerte, como si pudiera de esa manera hacer vivir para siempre cada una de sus bellas fantasías.


Es entonces cuando, por azar o por destino, una de esas bellezas se acerca a él por primera vez. No ha tenido que perseguirla y acecharla, ha venido por propio interés.

Entonces llega la extrañeza: un sentimiento repentino que viene de las entrañas, de acabar con ella en el momento más íntimo, de no poder aguantar las ganas de reventarle la cabeza porque la ama. Ahí es cuando se ve el dilema de Frank: lleva asociando tanto el amor repulsivo de su madre a su propio odio destructivo que no puede amar normalmente.

Si se dice que la película trata en el fondo de algo tan extravagante como el primer amor que pueda sentir un psicópata no se anda desencaminado. Esa es la mejor idea de la propuesta de Franck Khalfoun.

Después, como en todo romance, llegan las mentiras y las promesas rotas. Si para una persona corriente ya es algo horrible, para Frank no lo será menos.

Es curioso el re-descubrimiento de un desengaño amoroso que se hace a través de sus ojos: como una pérdida total de todas las cualidades que hacían maravillosa a esa persona, como si esa chica ya no tuviera permitido estar viva porque la belleza de su corazón no se corresponde con esa belleza exterior que puede ser conservada para siempre, según él.

Frank, acosado por sus fantasías de plástico, comprende por fin el horror de su cruzada: nunca podrá encontrar nada que se corresponda con su propia (ir)realidad, lo que deja un clímax de justicia poética absolutamente demencial pero lógico.


Eso es 'Maniac', asomarse a un abismo en busca de la única cosa que merece ser buscada. 

Cualquier ser humano busca la belleza, pero que nos hayan hecho comprender el por qué y el cómo alguien desequilibrado la busca... se merece un pequeño poso de tristeza por el solitario y desamparado Frank.

7,5 / 10

No hay comentarios:

Publicar un comentario