martes, 9 de julio de 2013

Monstruos University (2013), de Dan Scanlon



Mucho se ha dicho de la reciente baja forma de Pixar.

Honestamente, para mi la compañía del flexo sigue facturando historias increíbles de originalidad y factura imbatible. Lo único que le ha pasado en los últimos tiempos, creo yo, es que se han hecho conscientes de ese fuerte y lo han calculado demasiado. Ya no te hacen reír sin motivo, tienen cinco gags dispuestos para que sea así.

'Monstruos University' no es diferente en esa línea "controlada" pero se salva por cada uno de los momentos que uno de sus guionistas ha dicho "pues vayamos por el otro lado".


Como precuela, la historia no puede ser más interesante: ver el nacimiento de la amistad de Mike Wazoski y Jake Sullivan cuando eran universitarios.

Este a priori inusual punto de partida (la universidad no casa con una mentalidad "para toda la familia") encuentra pronto su sitio en forma de millones de referencias y coñas a esos ambientes universitarios en que cualquier persona todavía se está formando y afronta quién será mañana. Vemos al "amigo interesado" (genial re-utilización de Randall), la competencia entre alumnos más o menos preparados, el enchufismo... incluso aplaudo por encontrar referencias al profesor cabrón de toda la vida que se le mete en la cabeza que no puedes hacer determinada cosa.



El más importante es el dilema de Mike, al que precisamente le quieren hacer creer que, por mucha dedicación y tiempo que le dedique a algo, es su propio ser el que le dejará fuera de poder ser un verdadero Asustador.

La película flirtea en varios puntos con la idea (jodidísima) de que uno lleva a veces su destino escrito en su físico y personalidad, por mucho que se empeñe en cambiarlo. Un vistazo que satisfará a los críos y dará algo que pensar a los adultos.

Los mayores giros del argumento vienen aparejados a ese cambio, al convencimiento interno (porque nadie más te lo puede dar) de que eres apto para algo y puedes hacerlo, por mucho que te digan, y esos giros valen oro al cuestionar la personalidad, recordemos, en construcción, de un personaje tan querido.

Del otro lado del vértice, Jake, quien nunca se ha enfrentado a los problemas de Mike porque siempre ha contado con el colchón familiar y el apoyo de sus compañeros.

Como un reflejo inverso de Mike, consigue todo lo que quiere y tiene facilidad para ello, estableciendo una interesante dinámica de perdedor-ganador y acercándose a la idea (también jodidísima) de que, de dos personas con igual preparación, la sociedad inconscientemente dispone a un ganador siempre.


Y aquí llega la canela en rama del tema: la amistad entre los dos dejará esas diferencias a un lado y les hará currar por un bien común. Ya lo vimos en la primera, que ambos dos se complementan de manera única, y descubrir los motivos para formar esa alianza es fantástico. 

Frente a un lago, asustados y solos, ambos se confiesan sus mayores temores: la vida nunca ha sido fácil para los dos, por mucho que a ojos del otro pudiera parecerlo. Es ese conocimiento, de que ambos ocultaban pies de barro tras una coraza, lo que les lleva a llamarse uno al otro, por primera vez, "amigo".

En ese momento, poco importa que durante gran parte de la película nos hayan distraído con momentos de genio, pero en el fondo inanes.

La decana, la fraternidad Oozma Kappa, los Sustijuegos y la rutina universitaria solo conformaban una excusa para el núcleo duro que a Dan Scanlon le interesaba contar: que la amistad puede ser el único vínculo que te reconcilie con el mundo.

Arrimar el hombro con el que no consideramos "digno" de nuestra atención, y ver qué pasa, de eso iba la película.


Gracias, Pixar, por traernos de vuelta a una mitología recordada, darle un nuevo punto de vista y seguir cuidando hasta el más mínimo detalle.


Pero, a la próxima, no vendría mal algo de lo que dice Jake Sulley: déjate llevar con el corazón, no con el cerebro, y puede que te sorprendas.

Nota: 7 / 10

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