sábado, 23 de febrero de 2013

El Lado Bueno de las Cosas (2012), de David O. Russell


Pero que difícil es ser normal en esta mierda de vida.
Uno se esfuerza, cree hacer lo correcto, y antes de que te des cuenta todos te han saltado por encima y te señalan que es culpa tuya el haberte puesto en medio. Y encima no te cabrees, que será peor.
'El Lado Bueno de las Cosas' va sobre muchas cosas, pero principalmente, y eso genera la increíble amplitud de miras de la película, va sobre personas con manías, desequilibradas si se quiere verlo así, que intentan por todos los medios ser lo que les dicen que es "normal".
La única diferencia es que a los dos protagonistas les da igual que no les vean así, y a partir de ahí todo es posible. Puede decirse que la película bascula sobre la comedia romántica (con mala hostia, eso sí), pero también es un drama de personajes, también una historia de superación vital, también una sobre familia rota.
La trama nunca se queda parada, y encadena con asombrosa brillantez momentos de tragedia y de comedia, y la difícil frontera entre ambos. Ya te pueden estar contando una historia sobre una triste zorra manipuladora, que si Bradley pone esa cara, te vas a reír.
"¿Por qué me río ahora?", detallitos como estos, tan próximos a la vida real, no solo se agradecen, sino que aportan calidez a algo que amenaza con ser muy guay a veces.
Es guay porque Bradley Cooper y Jennifer Lawrence son, simple y llanamente, MUY guays. Los dos demostrando muchas cosas, más el primero que la segunda, pero con una química a prueba de bombas y desplantes.
Sus diálogos son la prueba de fuego de la película, y a cada vez el listón está más alto, pues no paran de meter el dedo en la llaga. Para cuando llega el primer inevitable montaje musical de aprendizaje da igual, se les quiere, en sus defectos y virtudes. Han encontrado un punto de apoyo para ser más que la suma de ambos, y lo que hay ahí se ve más que escucharse.
Grandísimo plantel de secundarios también, en serio, ni uno falla.
Podría mencionar a Robert DeNiro y Jackie Weaver, pero sacarle una interpretación cojonuda a Chris Tucker queda entre los logros de David O' Russell.
Por cierto, que ironía mencionar en el título un lado bueno de las cosas que sus personajes no llegan a ver muchas veces.
Esa filosofía vitalista cala hondo en todo el metraje, pese a que todo ande a punto del desastre, y es glorioso cuando al final se le da la vuelta a la tortilla porque la parte buena de su vida que ve el personaje de Cooper no es la que le puede dar una fantasía irracional.
Se veía venir, pero una vez más bravo por como esta tratado el no poder dar vuelta de hoja sobre ciertas cosas.
Al final, sabes otra vez que te la han colado, que te la han vuelto a endiñar con otra historia de dos personas rotas que solo buscan afecto.
Pero que en todo momento me hayan hecho estar a su lado, verles crecer el uno al otro cuando están cerca y que nada suene ni medio forzado... eso es oro puro.

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